Tiene un olor fuerte, como el de una cerilla recién encendida, que puede ahogar a quienes se encuentren cerca.

Entre las aplicaciones más comunes del dióxido de azufre se encuentran la producción de ácido sulfúrico, las fábricas de pasta y papel, el procesamiento químico, las operaciones alimentarias y de bebidas y las refinerías de petróleo. 

Se produce al quemar y fundir combustibles fósiles y minerales que contienen azufre. Cuando se disuelve (por ejemplo, en la lluvia) forma ácido sulfúrico, que es muy corrosivo. Por esta razón, el dióxido de azufre puede quemar las vías respiratorias al ser inhalado.

Detectores de gas de dióxido de azufre

Incoloro con olor acre

Tóxico e irritante

Venenoso si se inhala

Reacciona con la humedad para producir ácido sulfúrico

De origen natural

Más información sobre el dióxido de azufre

Cómo detectar el dióxido de azufre

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