Los gases y vapores producidos, en muchas circunstancias, tienen efectos nocivos para los trabajadores expuestos a ellos por inhalación, absorción cutánea o ingestión. Muchas sustancias tóxicas son peligrosas para la salud en concentraciones tan bajas como 1ppm (partes por millón). Dado que 10.000ppm equivalen al 1% del volumen de cualquier espacio, puede verse que una concentración extremadamente baja de algunos gases tóxicos puede suponer un peligro para la salud.
Las sustancias tóxicas gaseosas son especialmente peligrosas porque a menudo son invisibles y/o inodoras, y son físicamente más difíciles de evitar que los líquidos o los sólidos. Su comportamiento físico no siempre es predecible: la temperatura ambiente, la presión y los patrones de ventilación influyen significativamente en el comportamiento de una fuga de gas. El sulfuro de hidrógeno, por ejemplo, es especialmente peligroso; aunque tiene un olor a "huevo podrido" muy característico en concentraciones superiores a 0,1 ppm, la exposición a concentraciones de 50 ppm o superiores provocará la parálisis de los nervios olfativos, lo que dejará inactivo el sentido del olfato. Esto, a su vez, puede dar lugar a la suposición de que el peligro ha desaparecido. La exposición prolongada a concentraciones superiores a 50ppm puede producir otros síntomas y, en casos extremos, provocar parálisis y la muerte.
Las definiciones de las concentraciones máximas de exposición a gases tóxicos varían según el país. Por lo general, los límites se ponderan en función del tiempo, ya que los efectos de la exposición son acumulativos: los límites estipulan la exposición máxima durante una jornada laboral normal y para periodos más cortos de hasta 15 minutos o menos.
VISIÓN DEL SECTOR
Suscríbase para recibir las últimas novedades
EN su buzón de entrada
Lea sobre la Política de privacidad y cookies aquí. Si cambia de opinión, puede darse de baja en cualquier momento